Escrito por: ELENA CONTERNO
Bien que se haya dispuesto el aseguramiento universal en salud, con lo cual se cerraría la brecha de cobertura: 33 millones de peruanos tendrían acceso a un sistema de salud.
Como se enfatizó en la CADE 2019, el gran reto es hacer que la educación, salud, agua, entre otros, sean de calidad. Hoy, que se toma la decisión de ampliar la cobertura de salud, hagámoslo garantizando que sea de calidad.
Para ello, un primer elemento es que la prevención sea prioridad. Es importante pasar de pago por prestaciones (cita, operación, etc.) a pago por asegurado, como funciona en las APP de Bata Blanca de EsSalud. Así se incentivan campañas informativas, de vacunación, chequeos periódicos y todo lo necesario para una mejor salud; de lo contrario, el énfasis está en solo “curar”.
Un segundo elemento es que el servicio se dé con un enfoque de red, en el que el ciudadano pueda atenderse independientemente del tipo de seguro que tenga y pueda elegir. Entonces, se necesita estandarizar las prestaciones y su costeo, de manera que haya intercambio prestacional entre el Ministerio de Salud (SIS), EsSalud y privados.
Un tercer elemento es que, a través de un fondo se contrate servicios a prestadores públicos o privados; es decir, financiamiento por un lado y prestación por otro, para que los recursos del Estado vayan a pagar servicios de calidad —y no solo infraestructura y planillas—.
Un cuarto elemento, vinculado con el anterior, es promover y verificar la mejora de la calidad de los prestadores. De manera similar a la educación, se trata de que SuSalud emprenda un proceso de “licenciamiento” de establecimientos de salud. Concluido este, el financiamiento del SIS —y cualquier otro— debería dirigirse solo a las organizaciones licenciadas; es decir, a aquellas que realmente den buena salud.
Demos a los asegurados mejor salud —y no solo curación—, capacidad de elección y prestadores de calidad. Solo así el aseguramiento universal implicará salud de calidad para todos.