Por Elena Conterno, presidenta de IPAE Asociación Empresarial.
Cancillería nos viene dando información alentadora de que ya cerró acuerdos para la adquisición de vacunas contra el COVID-19 con Covax Facility y Pfizer, para atender a 11 millones de peruanos. Importante seguir asegurando lotes que permitan atender a todos los peruanos lo antes posible. Debemos ir pensado cuál será el orden en aplicar las vacunas.
Indiscutible que el personal de primera línea en combate de la pandemia, como profesionales de la salud y policías, deben tener la primera prioridad. Siendo conservadores, deben ser un millón de personas. Un segundo grupo prioritario son quienes tienen mayor riesgo de letalidad frente al COVID-19, como son los mayores de 65 años y personas con enfermedades crónicas.
Ellos son además quienes más se han visto limitados por las restricciones de inmovilización social impuestas por el gobierno, y de hecho siguen en cuarentena. Deben ser aproximadamente 5 millones de personas.
El orden para el resto de la población será más difícil de definir. Cabría reflexionar si deberíamos priorizar a los maestros escolares y personal vinculado, para que pronto puedan reiniciarse las clases, evitando así un mayor deterioro en el proceso de aprendizaje.
Cabría reflexionar también si deberíamos incluir a actividades económicas que aún no han podido reiniciarse y que, por tanto, presentan el mayor riesgo de quiebra y pérdida de empleos. Por ejemplo, el turismo. Tal vez vacunar a la población de Cusco y Puno, y así poder salir al mundo a volver a ofrecer los principales atractivos que tenemos.
El orden a seguir no es una decisión fácil; empecemos a abordarla y preparémonos para estar listos cuando llegue el momento de aplicar la vacuna. Sin duda el riesgo de contagio por actividad y el de letalidad por edad y condición deben ser considerados, pero también el riesgo de deterioro social por eventual deserción escolar y pérdida de aprendizajes, así como de anemia y desnutrición por falta de ingresos.
Quien escribe esta columna, recién llegada a base cinco, que no presenta enfermedades crónicas y puede realizar trabajo remoto, tendrá que esperar. Y muchos otros en condición similar también. Trabajemos de inmediato para que al llegar la vacuna estemos listos y organizados como país para llevar la vacuna sin mayor demora a quienes más la necesitan.
Fuente: Columna de Opinión del Diario Correo publicada el 03 de octubre del 2020.