Por Elena Conterno, presidenta de IPAE Asociación Empresarial.
En los últimos días, profesionales vinculados a un eventual gobierno de Pedro Castillo venían anunciando que en temas económicos respetarían la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial y la propiedad privada, y en temas institucionales respetarían la democracia y el marco normativo vigente.
Sin embargo, Castillo acaba de anunciar que en su discurso inaugural pedirá la instalación de la Asamblea Constituyente.
En adición a la contradicción entre los mensajes, preocupan las afirmaciones falsas alrededor del tema, así como priorizar esta medida política, dejando a segunda prioridad lo que realmente preocupa a los ciudadanos: controlar la pandemia, mejorar la salud y la educación, y reactivar la economía para que haya más empleos.
Para empezar, la Asamblea planteada es inconstitucional, en la medida que nuestra Carta Magna vigente no contempla esa vía para su modificación. Además, atenta contra otro Poder, el Legislativo, en la medida que acabamos de elegir a 130 congresistas para ver tareas normativas, el cual quedaría sin significado de establecerse una Asamblea Constituyente.
Castillo señaló también que lo hacía porque el pueblo lo pedía. Falso, ya que según encuestas de opinión (Datum) solo el 20% de ciudadanos desea una nueva Constitución. Dijo, además, que se tenía que ir hacia una Constitución del pueblo, como insinuando que la vigente no lo es. Falso, porque la Constitución vigente fue sometida a referéndum y aprobada por nosotros, los ciudadanos y, por lo tanto, el pueblo.
Como señalé en mi artículo anterior, la mejora de los servicios de educación y de salud no requiere cambio de Constitución. En cuanto a la economía, de irse hacia una Asamblea Constituyente, ésta se paralizará, debido a que, frente a la incertidumbre, empresarios pequeños y grandes dejarán de invertir; es decir, no tendremos más empleos. Así, ir hacia una Asamblea Constituyente es en realidad ir en contra de lo que pide el pueblo.
La campaña terminó. Haría bien Pedro Castillo en empezar a actuar como eventual líder que gobernará, en función de las prioridades ciudadanas, y dejar atrás la figura de candidato en campaña.
Solo si respeta las instituciones y brinda mensajes claros inspirará credibilidad y confianza, y podrá de verdad enfrentar los retos que el pueblo demanda. Esperemos que así sea.
Fuente: Columna de Opinión publicada en el diario Correo el 03 de julio de 2021