Bienvenida a CADE Ejecutivos 2021. Por Rosario Bazán, presidenta de CADE Ejecutivos 2021

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Bienvenidos a los participantes y expositores quienes tendrán un rol protagónico y trascendente en
CADE del Bicentenario, en el cual escucharemos Todas las Voces por un Solo Perú.

Presidir esta edición es un honor que asumí con un alto nivel de responsabilidad hace más de seis
meses, y ratifica mi alto nivel de compromiso con el desarrollo de mi país.

CADE 2021 se realiza en un año retador: bicentenario de la independencia, nuevo gobierno,
polarización y fragmentación avivadas por las crisis sanitaria, social, política, económica y moral.

Asumí este reto para propiciar un espacio de diálogo y reflexión, dentro de un marco de respeto y
pluralidad para poner políticas públicas y acciones en las agendas de los sectores público y privado
para impulsar el crecimiento inclusivo de nuestro país.

Para conformar el Comité Organizador, convoqué a un grupo de empresarios, sociólogos, analistas
políticos y profesionales de distintas miradas e ideologías, sin embargo con un elemento común a todos
ellos: ¡Su compromiso y amor por el Perú!

Concordamos en que esta edición debía ser distinta: diversa, inclusiva y participativa. Ser un foro para
escucharnos, debatir y proponer puntos de encuentro en temas relevantes como la reactivación
económica, generación de empleo, gobernabilidad, democracia, retorno a clases, educación y salud
para construir el Perú inclusivo, próspero y sostenible que todos anhelamos.

El inicio de la organización de CADE coincidió con el deterioro de la salud de mi padre, Pepito Bazán,
un educador celendino comprometido con el país, que con su visión inclusiva fundó la escuela nocturna
y el Instituto Pedagógico de Celendín para formar maestros porque era un convencido que la educación
es la base indispensable para el progreso de las personas y de nuestro Perú. Con su ejemplo de vida
y sus acciones, me inculcó valores y principios logrando que mi propósito personal trascienda a mí
misma para impactar positivamente en la vida de los demás.

En sus últimos días, antes de fallecer hace dos meses, a sus 99 años, su mayor preocupación no era
su enfermedad, era entender cómo los peruanos íbamos a salir de la difícil y compleja situación que
atraviesa nuestro país. Su aspiración era que trabajemos unidos bajo un solo propósito para resolver
los problemas que tenemos en común, respetando nuestras diferencias.

Como mi padre, nuestro país tiene millones de ejemplos de personas comprometidas con nuestra
patria, quienes se han encargado de cultivar en nosotros, valores que nos llevan a actuar de manera
ética y, más allá de nuestros propios intereses. Quiero reconocer a las millones de madres, padres y
todas aquellas personas que nos han sabido inculcar principios y valores para ser honestos y nos han
enseñado a ser más grandes que nuestros problemas.

Ahora nuestra tarea es sacar adelante a nuestro país, y la verdadera gran revolución que necesitamos
es:

– Desarrollar liderazgos con una sola visión de objetivos comunes que converse y se conecte
con la realidad de nuestro Perú
– Inculcar en las generaciones actuales y futuras, la necesidad y responsabilidad de ser íntegros
y competentes
– Y tener un propósito de vida que trascienda a nosotros mismos, para construir un país con
oportunidades de desarrollo para todos sus ciudadanos.

En la coyuntura actual, los actores políticos, económicos y sociales, cada uno en el rol desde el que
nos toca actuar, debemos resolver con sentido de urgencia, las prioridades impostergables que
impactan negativamente en la calidad de vida de la población y en la competitividad de los sectores
productivos y la sostenibilidad del país.

Por ello, es imperante que el Estado garantice la institucionalidad, la gobernabilidad y la estabilidad
política, macroeconómica, social y jurídica y establezca agendas claras y condiciones habilitantes para
garantizar la inversión privada responsable, que genere empleo formal y digno.

Asimismo debe gestionar políticas públicas efectivas que atiendan las necesidades y demandas
legítimas de la población para acceder a los servicios básicos de desarrollo humano: agua, desagüe,
salud, educación, seguridad y conectividad, y cerrar así las brechas sociales y productivas.

Urge que el Congreso cumpla con su labor legislativa y fiscalizadora anteponiendo los intereses del
país a cualquier interés partidario. Igualmente, que el Presidente de la República y la Presidenta del
Consejo de Ministros aseguren que los profesionales designados en la administración pública sean
íntegros y competentes a fin de garantizar una gestión pública transparente y eficiente, y que el
beneficio del crecimiento económico generado por la inversión privada llegue a todos los peruanos,
traduciéndose en progreso social.

Por otro lado, es una obligación ineludible de las empresas, respetar los derechos humanos y laborales
de sus trabajadores y trascender a sus objetivos financieros conjugando los tres vectores de la
sostenibilidad: el económico, el social y el ambiental.

Asimismo, rechazar el soborno, la corrupción y el financiamiento de actividades ilícitas y el lavado de
activos, y promover la adopción de valores, estándares éticos y de anticorrupción en nuestras
empresas e instituciones en las que participamos.

Solamente así lograremos reducir de manera estructural la informalidad y la abrumadora pobreza que
afecta a la tercera parte de nuestra población, es decir a 10 millones de peruanos, y fortalecer la
institucionalidad para alcanzar una sociedad, más justa, inclusiva y próspera.

Considero que es necesario destacar el rol activo de agentes de cambio que tienen las empresas
privadas responsables en el Perú, que generan crecimiento inclusivo a través de su espíritu
emprendedor e innovador que les permite lograr competitividad, brindando empleo digno y decente y
oportunidades de desarrollo para sus trabajadores, familias y comunidades.

Los líderes de empresas pequeñas, medianas y grandes, somos actores imprescindibles en la
reactivación económica de nuestro país y en la reducción sostenida de la pobreza, y el principal motor
de la economía peruana. Sintámonos orgullosos de haber logrado que nuestro país sea referente
mundial en diversos ámbitos como el turismo, la gastronomía, agroindustria, pesca, minería formal,
entre otros.

Sin embargo, debemos reconocer que los beneficios del crecimiento económico que hemos generado
en las últimas décadas, no han llegado a millones de peruanos, ya que no se ha traducido en un
verdadero desarrollo social debido a la deficiente capacidad de gestión y la dañina corrupción que no
debe quedar impune tanto en el ámbito público ni privado.

Asimismo, no hemos priorizado el crecimiento inclusivo que requiere que el crecimiento económico y
el progreso social se den a la vez; ni nos hemos exigido como peruanos responsables medir el progreso
social. Tenemos que ser capaces entonces de medir el progreso de nuestro país no solo a través del
crecimiento del PBI, sino mediante indicadores de desarrollo humano. Solo así vamos a lograr la paz
social que es un ingrediente indispensable para alcanzar el crecimiento inclusivo y el desarrollo
sostenible que anhelamos para nuestra población, nuestras empresas y nuestro país.

Estos temas los abordaremos en CADE 2021. El objetivo es pasar del diálogo, del debate y de las
propuestas a la acción, para contribuir a construir una sola agenda país.

CADE es inclusivo, participativo y representativo. Trasciende al ámbito empresarial, convocando a
diversos actores sociales, económicos, políticos, académicos y de la sociedad civil de distintas
regiones, para desarrollar puntos de encuentro teniendo como norte la construcción de un mejor país.
Será un foro convergente privado-público. Experiencias exitosas peruanas y de Latinoamérica nos
demostrarán que sí es posible alcanzar alianzas transparentes, efectivas y colaborativas entre los
sectores públicos y privados para resolver los impedimentos que frenan el crecimiento inclusivo del
país.

Promoveremos un modelo de gestión basado en la creación de valor compartido que conecta la
eficiencia y rentabilidad económica de las empresas con el progreso de sus trabajadores, y eleva su
competitividad a la vez que mejora las condiciones económicas y sociales de las comunidades donde
opera. Los líderes empresariales responsables estamos midiendo el éxito de nuestra empresa no solo
a través de los indicadores económicos, sino a través del impacto que generamos en la calidad de vida
de nuestra gente y comunidades.

Saludamos especialmente la participación del Presidente de la República, de la Presidenta del Consejo
de Ministros, del Ministro de Economía y Finanzas, de la Presidenta del Congreso y del Presidente del
Banco Central de Reserva, lo que revela la importancia del propósito de CADE como espacio de
diálogo y reflexión, para tender puentes y articular esfuerzos a fin de sacar al país de esta compleja
encrucijada.

CADE del Bicentenario nos debe movilizar a que nos hagamos cargo del presente y futuro de nuestro
país, desde donde nos toca actuar, de una vez por todas y sin excusas.