Por: Edith Bautista León – Miembro del Comité CADE Universitario 2018
A propósito del CADE Universitario 2018, cuyo lema este año es “Hagamos lo Correcto. Que nuestra batalla sea convivir”, quiero compartir una experiencia reciente que muestra la importancia del tema para los jóvenes cadeístas y para nuestro país.
Según la Defensoría del Pueblo, el Perú registra, en lo que va del año, 188 conflictos, de los cuales 43 son nuevos. El año pasado, solo 28 fueron resueltos. El conflicto constante pareciera evidenciar que, como sociedad, tenemos posiciones, intereses y objetivos permanentemente contradictorios en diferentes campos del desarrollo. Algo en lo que debemos trabajar si
queremos avanzar como país.
El conflicto es inherente a la convivencia en sociedad, por lo que siempre representa una oportunidad para ponernos de acuerdo y mejorar. No habrá progreso sin una mirada colectiva de desarrollo y bienestar con equidad, lo que requiere ponerse en los zapatos del otro y tener empatía por sus necesidades, aspiraciones y su acceso a oportunidades.
Un ejemplo de ponerse de acuerdo con empatía para tener una mirada común, sucedió recientemente en Tarapoto, San Martín, en una reunión donde el Ministerio de Agricultura y Riego atendió las demandas de la Federación de Arroceros de la Amazonía, quienes anunciaban convocar a un paro indefinido si no se atendían un pliego de ocho demandas para dar solución al problema de los bajos precios y el sobre stock del arroz en el mercado.
Sus reclamos son históricos y comunes a otros gremios de productores. Durante esta reunión, un gremio, bastante fortalecido, planteaba con convicción sus demandas y propuestas con apoyo de un equipo técnico que, a decir de ellos, estaba conformado por sus propios hijos. Todo indicaba que este conflicto estaba por solucionarse o con medidas inmediatas y cortoplacistas, como la compra de los excedentes, o devendría en un paro indefinido, quién sabe si con consecuencias mayores.
Sin embargo, el clima de la reunión cambió notoriamente cuando el Ministro de Agricultura y Riego, repuso: “yo los entiendo y sé cómo se sienten, porque yo soy hijo de productores”. Hasta ese momento, pudo entenderse como una frase cliché, pero su escucha activa y su manejo técnico, con respuestas a cada punto de la agenda, confirmó que había una fuerte dosis de empatía con los productores.
Con esta dinámica se llegó a culminar con propuestas de acción concreta, y una política agraria clara en materia de arroz, con productores que no solo estuvieron de acuerdo, sino que se sintieron motivados a desarrollar un trabajo conjunto y colaborativo.
¿Cuál fue el factor de éxito para llegar a este resultado? En mi opinión, la empatía, el ponerse en los zapatos del otro, expresado en escucha activa y coherencia con acciones y medidas tomadas, sin dejar de señalar con sentido de realidad los campos en los que se puede avanzar muy poco (como en el tema de aranceles). Aunque ayudó que el ministro tuviera una común experiencia de ser hijo de agricultores, no siempre el dialogo es con quienes compartimos costumbres y experiencias de vida, y eso hace más desafiante el entendernos, porque el reto es hacerlo en la diversidad.
¡Que nuestra batalla sea convivir! De eso abordará el CADE Universitario este año. 600 jóvenes, de diferentes regiones, universidades y carreras del país tratarán temas como la convivencia y empatía, como quien empieza a construir juntos un proyecto país. Una visión conjunta de nuestro Perú, tan rico y diverso, es lo que necesitamos.