Que nuestra batalla sea convivir

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¿Qué significa hacer lo correcto? Una acción correcta para una persona puede ser incorrecta para otra, y siempre afecta, de una u otra manera, a alguien más. No es, entonces, un ejercicio individual solamente, sino que cobra sentido en el ámbito colectivo. El año pasado se asumió el reto de que “Hagamos lo correcto” sea el lema para convocar a los jóvenes que participarán hasta el 2021 de CADE Universitario. Por eso, en la edición de este año enfatizaremos que hacer lo correcto conlleva convivencia, con sus respectivos apellidos: pacífica, democrática, entre peruanos. Porque convivir en sociedad demanda empatía y respeto, escuchar al otro y ponernos en sus zapatos. El acertijo de hacer lo correcto se resuelve en relación con los demás.

Qué duda cabe que el mayor desafío del país es que aprendamos a convivir entre nosotros. El 87% de peruanos no confía en la mayoría de sus compatriotas. Nueve de cada diez creemos que podemos ser víctimas de un delito en los próximos meses. A inicios de este año, se registraron 176 conflictos sociales; la gran mayoría vinculados a nuestros recursos naturales. No necesitamos desarrollar aquí las pugnas entre los poderes del Estado y sus partidarios. Padecemos de desconfianza, miedo y disputas crónicas. Como dijo Salvador del Solar en el CADE 2017, en Paracas: “Vivimos mejor que hace 25 años, pero no convivimos mejor.”

Convivir es una batalla. Una misión que debemos enfrentar a diario en el espacio público, respondiendo con valor y entereza ante el insulto y la hostilidad. Una lucha por la diversidad y el respeto a cada persona, cualquiera sea su opinión, su aspecto o forma de vida. La convicción de ser ciudadanos, iguales ante la ley, sin que importe la suerte con la que nacimos. Dialogar y ponernos de acuerdo no supone dar fin al conflicto y la discrepancia, sino entendernos en terrenos institucionales y democráticos. Si la convivencia es una batalla, y esta supone un enfrentamiento, los adversarios son la indiferencia, la discriminación y la violencia. El enemigo no es el otro, sino las paredes imaginarias que levantamos entre nosotros.

La convivencia es, también, un buen negocio. Cuántos puntos más de inversión tendría el país si nuestros políticos pudiesen cooperar. Cuántos grandes proyectos y políticas públicas estarían ya caminando si sus “stakeholders” negociasen con confianza y honestidad. La colaboración, la sinergia y el buen trato son cada vez más importantes para ser competitivos en la esfera global. Incluso, buena parte de la economía hoy reside en compartir. Y lo más importante: cuántas vidas serían mejores, o se salvarían, si los servidores públicos se parasen en la posición de los peruanos que los necesitan.

Para el CADE Universitario, el germen de la convivencia está en los jóvenes. No se puede llegar a todos, pero sí inspirar a un grupo, que sirva de levadura para expandir una masa crítica capaz de consolidar al Perú como democrático y pacífico. Reconstruir los vínculos entre peruanos y hacer del país una nación, precisa elegir batallas. Que la nuestra sea convivir.

Fuente: Semana Económica